NI A TU MANERA, NI A LA MÍA

Para que una relación de pareja tenga éxito, cada una de las partes tendrá que
abandonar a su familia. No sólo en un sentido externo. Cada uno deberá
abandonar los principios que son válidos en su familia para elaborar con su
pareja, nuevos principios que, por así decirlo, se ajusten a ambas familias. La
pareja puede vivir una relación íntima en este nuevo plano.
-Bert Hellinguer
En nuestra clase más reciente de padres, me pidieron dar un curso para
ponerse de acuerdo con la pareja sobre la crianza de los hijos. Me reí mucho,
porque también quieren otro para las abuelas (consentidoras) y otro para las
nanas (que experimentan el haber dejado a sus hijos, para irse a trabajar)
Fue una conversación muy interesante, porque es querer que alguien funja de
mediador, cuando este podría ser un tema trascendental para experimentarlo
dentro de la vida en pareja y que, transitar por las dificultades y diferencias, es
una oportunidad de crecer y fortalecer el vínculo que como adultos han
establecido para alcanzar objetivos en común.
Culturalmente, nosotros no somos un pueblo que gusta de “planificarse”. Sin
embargo, al momento de organizar la boda, dónde viviremos, cuál será el lugar
de la luna de miel…etc. etc., exige de nosotros, destrezas mínimas de
planificación, con el fin de acordar y desarrollar puestas en común.
Generalmente, vemos los hijos, cómo algo que sucederá a largo plazo y con
que sepamos la cantidad, parecería que ya es información suficiente para estar
de acuerdo.
El “dejarás a tu padre y tu madre” como mandato bíblico, es un principio que
funciona para “definir” quiénes somos cómo pareja, con cuales valores nos
identificamos y cual tipo de familia que deseamos construir. No es colocar los
valores y crianza de uno de los miembros de la pareja, por arriba del otro.
Literalmente, se construye una nueva visión conformada por dos seres
humanos que tendrán en un momento determinado, el rol de padres, de así
elegirlo.
Cuando los hijos comienzan a llegar, sobre todo con el primero, la
incertidumbre y los temas con nuestros padres, aún sin resolver, pueden salir a
flote rápidamente. A medida que nuestros hijos se van desarrollando, han de
comenzar las oportunidades de generar la estructura bajo la cual, regiremos su
crianza. Algo tan simple, como el lactar, que sería el proceso “natural”, puede
llegar a ser tema de controversias pues hay padres que se sienten excluidos
del proceso o, con retos para manejar las situaciones y obstáculos que ésta,
puede presentar.
La paternidad es un trabajo en equipo. Fomenta el desarrollo de la
comunicación y de la cooperación como modelo, para nuestros hijos. Es una
arista de la vida de pareja, en la cual, generalmente se hace más difícil la labor,
porque cada uno de los progenitores quiere que sea “a su manera”.
Ponernos de acuerdo, no es la supremacía de la crianza de uno de los padres,
por arriba del otro. Es la construcción de un nuevo modelo, establecido de
común acuerdo por ambos padres y que determina el marco de referencia para
la convivencia entre los miembros de esa familia.
Los beneficios de estar de acuerdo y tener definidos los valores que identifican
y forman parte de la dinámica de esa familia, harán del hogar un lugar más
cálido. Los hijos sentirán que hay una misma respuesta dentro de las figuras
de autoridad, y será más fácil el establecimiento de los límites y de asignar
responsabilidades. Emocionalmente, podrás desarrollar a tus hijos de una
manera más coherente, íntegra y más abierta al crecimiento de todos los
miembros de ese equipo, llamado familia.
¡Apuesta a ponerte de acuerdo!