EL COMANDANTE EN JEFE
“Todos nacemos, con la necesidad de pertenecer a una familia, a una
sociedad. Si no lo obtenemos de forma positiva, perseguiremos ese objetivo
de manera inadecuada”
Richard Dreikurs.
El reto en nuestras relaciones interpersonales, es que estén cimentadas en el
respeto mutuo. Cuesta aprenderlo, porque no crecimos dentro de ese modelo.
Como muchos de nosotros, ya medianeros, crecimos dentro de un régimen
autocrático. A partir, de este principio del respeto mutuo, podremos desarrollar
relaciones horizontales, en las cuales, nos colocamos todos en un mismo plano
con los demás. Con nuestra pareja, nuestros amigos, hermanos, compañeros
de trabajo o los “colaboradores” que laboran en nuestra empresa. Aun con
ellos, podemos apostar a relaciones de respeto y de empoderamiento.
Las sociedades que aún experimentan ejes verticales, exhiben en sus
relaciones uso frecuente del control, poder, violencia y coerción. Cuando
dentro de los objetivos de comportamientos, busco mayormente el ejercicio del
poder de manera disfuncional, estoy ocultando lo que mayormente existe en el
trasfondo: inseguridad. Esto tiene su raíz en patrones de comportamientos de
codependencia.
La codependencia, es un patrón de relacionarse dentro del cuál o no hay
límites o están difusos. Está muy marcado en nuestras familias de origen
latino, con estilos de crianza disfuncionales, con presencia de abuso físico,
psicológico, sexual o de sustancias.
A los Comandantes en Jefes, nos vendría bien una muy buena dosis de amor
propio. En grande medida y a manos llenas, de manera tal, que seamos
capaces de mirarnos a nosotros mismos. Identificar nuestras oportunidades de
crecimiento y nuestras fortalezas y así, respirar más profunda y libremente.
Enfocarnos en nosotros mismos, es la gran oportunidad de vivir y dejar, que los
demás asuman y vivan, su propia vida.
También podría sumar, ser partícipe de programa de liderazgo que
enriquezcan las dotes y el rol, apoyándose de manera más positiva a que se
ejerza un rol de autoridad, más balanceado..
La razón no grita. Por más que subamos la voz y reaccionamos en modo de
ataque, los logros a largo plazo son el desgate emocional e, irónicamente la
pérdida de más autoridad. Yo recuerdo aún, el esfuerzo que me tocó al
traspasar mi rol de comandante en jefe, en una mesa redonda en mi espacio
de trabajo.
Las mesas redondas, hacen que se eliminen las jerarquías y sucede que
quedamos como iguales, dentro de una misma posición. No hay una posición
de mando. Con el paso de los años, vas internalizando los beneficios, porque
las personas de tu vida o tu empresa, permanecen porque se sienten valoradas
y respetadas, en todos los órdenes.
¿Y TÚ, PARA CUANDO SOLTARÁS EL CONTROL?